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En una sociedad donde el cambio climático es tema de interés popular y científico, la nube y el Internet de las Cosas tienen un papel fundamental.

Seguro te ha pasado esto: estás conduciendo por carretera y el sistema de alerta de tu smartphone o vehículo anuncia de la existencia de hielo negro (término para las porciones de asfalto cubiertas de hielo transparente) 1.5 kilómetros por delante. A medida que te acercas hay una cuenta regresiva: 500 metros, 300 metros, y ahora con urgencia: Advertencia, hielo negro a 100 metros.

 

¿Cómo se puede saber la ubicación del hielo negro con tanta precisión?

 

Los sistemas meteorológicos recolectan datos de otros vehículos en esa misma carretera. Los vehículos transmitirán de forma inalámbrica las condiciones de la carretera y los datos meteorológicos. El tipo de datos de los vehículos que se envían a la nube incluirán la presión barométrica, la temperatura del aire, los ajustes del limpiaparabrisas y el control de estabilidad del vehículo, o la cantidad de rotación diferencial entre ruedas que indica condiciones resbaladizas. Habrá datos sobre la cantidad de sol y estado de los faros, entre otras métricas.

 

Todos estos datos serán recogidos por los sensores que sustentan la Internet de las Cosas: sensores de temperatura, presión, humedad y luz, así como sensores de movimiento como acelerómetros y giroscopios. Muchos de estos sensores ya están en nuestros teléfonos celulares, y pronto estarán casi en todas partes. Esto significa que las mediciones meteorológicas también estarán en todas partes, y esto mejorará la precisión de los informes  y pronósticos.

 

Antes de que llegara este tipo de sensores y la tecnología inalámbrica, los datos meteorológicos provenían principalmente de estaciones meteorológicas y barcos en el mar. Los observadores meteorológicos registraban condiciones tales como dirección y velocidad del viento, temperatura, tendencias de presión y presión misma, punto de rocío y cubierta del cielo. Los profesionales cruzaban estos datos y luego los transmitían para el análisis de pronósticos. En total, los meteorólogos tenían cientos de bases de datos meteorológicas para trabajar, o si se necesitaban pronósticos globales, miles. El número potencial de datos meteorológicos de hoy, gracias a los sensores, será de miles de millones.

 

Más datos están dando lugar a la predicción meteorológica con mayor precisión, que no sólo será importante para los conductores, sino también para el gobierno, junto con muchas industrias, especialmente la agricultura.

 

Los sistemas meteorológicos en la agricultura ayudan a los granjeros a identificar las variaciones de su superficie que pueden cambiar por elevación, colina o valle, o la proximidad a una fuente de agua. Al optimizar el riego, por ejemplo, las granjas pueden ahorrar dinero a largo plazo.

 

Pero el uso de datos meteorológicos que provienen de una gama cada vez más diversa de fuentes no es tan fácil de procesar.

 

Los investigadores meteorológicos ahora están presionando por buenos metadatos junto con los datos del sensor. Los metadatos, o "datos sobre los datos", ayudarán a los investigadores a saber qué instrumentos se utilizaron para recopilar los datos y su exactitud, por lo que las personas que ejecutan modelos de predicción pueden elegir y elegir conjuntos de datos que van a ser de valor.

 

Los datos de los sensores que ahora se recogen de los vehículos se utilizan para la investigación. La calidad de los datos de este vehículo puede variar dependiendo de dónde se encuentren los sensores, tales como su proximidad al motor. Incluso el color del coche - luz u oscuridad - influye en la exactitud de los datos del sensor. Todavía no hay estándares para optimizar la colocación del sensor.

 

Hay un montón de desafíos por delante. Aumentar las cantidades de datos de los sensores también significa "tratar de capturar la física correctamente" en esas resoluciones más precisas. La retroalimentación de los entornos urbanos, lagos, ríos, arroyos y muchas otras condiciones influyen en los microclimas.

 

Por ahora, los meteorólogos no usan habitualmente datos de teléfonos móviles o de vehículos pero eso es una tendencia que está por venir, quizás los datos almacenados en la nube de un smartphone en Sudamérica ayuden a predecir el próximo gran huracán en el Caribe semanas antes que suceda.

 

Nada de esto sería posible sin embargo, sin el despliegue de redes celulares de nueva generación, como la red 4.5G que Telcel comenzará a desplegar  para habilitar soluciones de Internet de las Cosas para empresas y negocios en México.

 

IoT y el cómputo en la nube lo hacen posible.

 Ebook: ¿Qué se necesita para hacer más inteligente al campo mexicano?

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Topics: #Nube, IoT, #Sensores, #4.5G, #Meteorología