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Los imprevistos han llevado a Tesla a tener resbalones en su corta historia que, en 2018, podrían llevarla a ser la más grande del mercado. Aquí sus lecciones.

La historia de esta compañía creada por Elon Musk no es tan larga, pero sí de éxitos y tropezones que la pueden llevar a ser la firma mejor capitalizada en unos años, en tiempo récord, y que inclusive podría revolucionar diversos sectores como el de los automóviles y la captación de electricidad. Las lecciones que debes aprender de Tesla van desde nunca darte por vencido en tu meta, hasta cómo negociar para cumplir tus objetivos.

Muchos inversionistas inclusive dudaron de su programa disruptivo, algo que no bajó los ánimos de su líder, Elon Musk, y del equipo de trabajo. La firma decidió que la idea era masificar el mercado con productos tecnológicos de primera, pero a precios no mayores a 35 mil dólares, lo que podría traducirse en que más gente tuviera acceso a los autos de la marca, y de ahí que se pasara de un Model X SUV al Model 3, que hace unos días comenzó a entregarse.

Musk siempre tuvo en mente que la tecnología que él estaba creando en sus fábricas debería ser masificada y de acceso a muchas personas, por lo que su plan fue crear primero modelos algo caros, para poder juntar dólares e incentivar sus áreas de investigación y desarrollo, para después pasar a su objetivo final, algo que ya está comenzando a cumplir.

Tesla ha tenido que enfrentarse a una verdad que veía venir desde hace varios años: no es nada sencillo construir miles de autos para subsanar los pedidos, contando con toda la calidad prometida a sus clientes. Un fabricante de automóviles tradicional sería capaz de ir desde el lanzamiento de un vehículo a reunir 100 mil unidades al mes con bastante rapidez, pero Tesla se ha estado esforzando poderosamente para construir y entregar 50 mil al año.

Claro, Tesla ha mantenido su impulso en innovación automotriz. Su piloto de auto-conducción, lanzado el año pasado, tomó por sorpresa a la industria. Y el uso de Tesla en actualizaciones de software, tecnología eléctrica, autos conectados y autónomos, ha conllevado a que los fabricantes tradicionales se muevan más rápidamente hacia esa tendencia, o ya temen quedarse fuera de la jugada.

Sin embargo, a pesar de que la posible tardanza en la entrega de vehículos ha puesto a Elon Musk y su gente en el cuadrante del escepticismo, de que no sea la gran empresa que dice ser, las esperanzas no se han venido abajo, y mucho menos los pedidos.

Tesla ha ido aprendiendo que el lujo, la tecnología y la diferenciación en el mercado no es un tema sencillo a la hora del armado. El Model X, por ejemplo, resultó ser un vehículo complicado para montar, tanto las exóticas puertas Falcon Wing como lo que Musk llamaba “asientos traseros esculturales”, los cuales eran desafíos de fabricación y casi causaron que el lanzamiento fuera retrasado por varios meses.

Sin embargo, el Model 3, es un vehículo mucho más fácil de fabricar. La producción rápida podría ser algo inherente en los próximos años, y con ello comenzar a pensar tal vez en crear otras piezas más “esculturales”.

Las ventas del Model 3 podría ser toda una sorpresa una vez que comience la producción en masa, que podría ocurrir en 2018, y de esta manera convertir a Tesla en una compañía mucho más grande de lo que Wall Street ahora parece esperar. Aprender de los errores, de querer comerse al mundo en un bocado y no trabajar estructuralmente y conciente de lo que se puede, son las lecciones más importantes que le han pasado a Elon Musk, quien sabe que del error se forjan las victorias del futuro.